Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. (R)
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. (R)
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?». (R)
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. (R)