[Los Padres de la Iglesia], de hecho, con profunda intuición espiritual, han sabido discernir y presentar a Cristo, en la plenitud de su misterio, como la gran «clave» de lectura de los Salmos. Los Padres estaban totalmente convencidos de ello: en los Salmos se habla de Cristo. De hecho, Jesús resucitado se aplicó a sí mismo los Salmos, cuando dijo a sus discípulos: «Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí» (Lucas 24, 44). Los Padres añaden que los Salmos se dirigen a Cristo o incluso que es el mismo Cristo quien habla en ellos. Al decir esto, no pensaban sólo en la persona individual de Jesús, sino en el «Christus totus», el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros.
Citas
La fidelidad del salmista nace de la escucha de la Palabra, de custodiarla en su interior, meditándola y amándola, precisamente como María, que «conservaba, meditándolas en su corazón» las palabras que le habían sido dirigidas y los acontecimientos maravillosos en los que Dios se revelaba, pidiendo su asentimiento de fe…